"Pero esto sí admito a ti: Yo adoro al Elohim de nuestros padres de acuerdo al Camino que ellos llaman secta. Y continúo creyendo todo lo que está de acuerdo con la Toráh y todo lo que está escrito en los Profetas. Y continúo teniendo una esperanza en Elohim; que ellos también aceptan, que habrá una resurrección tanto de justos como de injustos. En verdad por esto siempre procuro tener conciencia limpia ante el rostro de Elohim y ante los hombres."
(Shaúl/Pablo) Hechos 24:14-16
Dabár Qodesh / La palabra santa de YHWH



lunes, 5 de diciembre de 2011

PARASHÁ N° 8 VAISHLAJ 5772 (Y ENVIO)



Por Gavriel Ben Yosef de Santa Fe, Argentina.

Gen.32:8 Entonces Yaakov tuvo mucho miedo [de su hermano Esav], eso lo angustió...
Gen.32:10 Yaakov oró...
Gen.32:12 Por favor sálvame de la mano de mi hermano...

Lo que relata la Torá muestra, en su entendimiento literal, el miedo de Yaakov de sufrir agresión física junto con su familia por parte de su hermano Esav al enterarse anticipadamente, a través de los mensajeros, que iba hacia él con 400 hombres. Sin embargo, tenemos aquí varias enseñanzas en el entendimiento profundo del pasaje.

En primer lugar, el envío de mensajeros enseña la prudencia que debe tener siempre una persona que camina haciendo la Voluntad del Altísimo, y no dejarse llevar por una errónea sensación de inmunidad ante cualquier problema, llamándole a esa actitud “fe plena”.  La fe es la fuerza de voluntad para enfrentar cualquier problema que siempre puede haber, aún con todos los miedos, y no el decir “nunca me pasará nada porque el Eterno me protege siempre". Cuidarse del  auto-engaño.

Yaakov tuvo miedo. El miedo no es falta de fe, sino una alarma natural para reaccionar por medio de las señales celestiales del Altísimo, y para estar atentos a su Guía.  Pero en lo profundo, ese miedo es el que debe tener todo quien quiera hacer la Voluntad Celestial, el miedo a que la mundanidad carnal (representada por Esav) ahogue la vida espiritual santificada (representada por Yaakov). Pues, siempre el mundo estará al acecho a nuestra Mala Inclinación (Ietzer Hará) natural a tropezar, y si no reaccionamos con prudencia perderemos muchas batallas que debilitarán el alma.  Por ello dijo Shelomó:

Prov.8:12 Yo, la Sabiduría, habito con la Prudencia; yo logro conocimiento y previsión.

Yaakov por medio de la prudencia logró conocimiento y pudo planificar sus acciones para lograr la paz necesaria y para calmar el supuesto corazón airado de Esav.  Y el hecho de enviar regalos en orden, alude a buscar ese orden en la vida necesario para vivir en armonía para con uno mismo y con los demás. Y la armonía de uno se logra cuando la humanidad carnal (Esav) es controlada por el espíritu en santificación (Yaakov haciendo la Voluntad del Altísimo cumpliendo Sus Mandamientos), y el resultado de ello contagia armonía al entorno en el cual se vive (antes de buscar cambiar siempre a los demás, hay que empezar por cambiar uno mismo).

En la Parashá anterior se aprendió algo importante. Yaakov pudo comprobar que aun por medio de parientes, como el caso de su suegro Labán, podía estar ante el riesgo del desvío de hacer la Voluntad Celestial. Esto es lo que significan las palabras del Santo Rabí Yeshúa cuando dijo:

Mat.10:36 Los enemigos de un hombre serán los de su propia familia.

No significa que uno deba dejar de amar a su pariente por esa causa. Debemos ser conscientes de que el Altísimo, en general, nos envía pruebas a través de los más cercanos, pues con ellos pasamos más tiempo.  Los familiares no son enemigos, sino que transitoriamente se transforman en canales por los cuales somos probados. El gran peligro es que con los parientes uno puede consentir más, puede dejarse arrastrar por desvíos con una sutileza que debe detectarse con prudencia y sabiduría. Y el miedo como alarma inicial debe transformarse en temor al Todopoderoso, entonces predominará en nuestros corazones la obediencia que lleva a la rectitud.

Y Yaakov oró… Oró y antes que todo agradeció: “(Mi mérito) ha disminuído por todas las bondades y toda la lealtad que ya brindaste a tu servidor. Pues (solo) con mi bastón crucé este Iardén (río Jordán) y ahora me he convertido en dos campamentos.” (32:11)  Luego de la prudencia en busca de la sabiduría, y antes de hacer cualquier acto racionalizado, se puso a orar. Pues la plegaria es la que provee la verdadera sabiduría. La plegaria es la que rectifica el corazón y permite que todo lo que uno estudia que se debe hacer en cuanto a mandamientos se ponga en práctica con la firmeza mental y el caminar recto por la Torá. Y antes de pedir cualquier cosa al Todopoderoso, Yaakov enseña a agradecer todas las bendiciones recibidas. Pero también hay que agradecer por las dificultades que uno pasa, pues todas están puestas para nuestro crecimiento. Eso enseña también el sueño de la escalera hacia el cielo que tuvo Yaakov en la sección anterior de la Torá, los dintintos niveles en el crecimiento de la fe.  Ser agradecidos en la plegaria abre la puerta para que nuestros pedidos sean oídos y satisfechos rápidamente, sobre todo con la sabiduría necesaria para vencer en todas las dificultades. Y, especialmente, para fortalecer el alma cuando se está por enfrentar un prueba evidente, de manera de no caer derrotado por el tropiezo que provocará la Mala Inclinación (Ietzer Hará) natural de la humanidad.  Por medio de la plegaria controlamos nuestro ego y nos cubrimos de la armadura que significa el altruismo, algo indispensable para el amor al prójimo.

Shavua tov lekulam (Buena semana a todos)

Gavriel

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